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Cuando estaba embarazada de Abril mi maravillosa doula me invitó a una charla sobre porteo, nos pareció súper interesante y decidimos comprarnos un fular, pero en ese momento no imaginábamos que cuatro años después el porteo iba a ser algo tan esencial en nuestra vida diaria.

Cuando nació Abril, ya empezamos a notar cosas que no nos cuadraban con ella, no creo que sea pretencioso decir que llegamos a la paternidad bastante informados y conscientes de las necesidades de un bebé, pero es que las suyas eran inmensas. Hoy sé que era un bebé de alta demanda, entonces sólo sabía que si me la ponía en el fular cuando se despertaba a las 9 de la mañana y sólo la bajaba para tomar teta y cambiar el pañal, en vez de llorar 4 horas al atardecer lloraba una.

Nuestro primer fular fue un Bambuleo de color gris marengo, suave y fresquito. También nos prestaron una close baby carrier (ahora se llama caboo), pero aunque hay gente contentísima a nosotros no nos acababa de convencer. Lo mismo nos pasó con un Pouch Hotslings. No ajustaban igual de bien que el fular y era díficil que quedara igual de ajustado que un fular.

Cuando empezó a apretar el calor intentamos sin éxito que probara el carrito tan mono que le habíamos comprado. Fue un fracaso absoluto, entonces Eloísa de Una Maternidad Diferente me prestó una bandolera de anillas. ¡Un mundo nuevo! Y también compramos un tonga a Elena, de Monitos y Risas. Hoy juntas son Oh! La luna, un sitio estupendo si queréis comprar portabebés online, y también presencial, en Alcorcón, y ahora también en el corredor del Henares, Oh! La Luna Norte 🙂

Devolvimos la bandolera a Elo y compramos una preciosa bandolera artesana de tejido de fular. Al cabo de un tiempo, empezamos a notar que dejaba de gustarle ir porteada y entramos un poco en pánico, quería ir de frente, lo que no es muy adecuado para su espalda, Elena recogió mi experiencia aquí, pero por suerte fue una fase y pronto empezó a querer ser porteada a la espalda.

Con cuatro meses, cuando empezó a sentarse sola y llegó a siete kilos de peso, empezamos a usar la mochila ErgoBaby, que tuve la suerte de que me tocara en un concurso 🙂 Y por mi cumpleaños me regalaron un fular tejido, un Katja de Didymos, que los que me seguís en redes sociales habréis visto de columpio en el pasillo 😀
Después llegaron los shorties (fulares más cortos), los meitais de tela de fular, más mochilas…

Portear era esencial porqué en la calle Abril no quería ir en carro y en casa necesitaba contacto constante. Hasta los abuelos porteaban aunque al principio eran reacios al ver lo feliz que estaba la pequeña. Con nueve meses volvimos a intentar que fuera en el carro y aguanto ¡10 minutos! Fue una liberación, no voy a engañaros, poder llevarla en el carro era cómodo, pero si os soy sincera, la seguimos porteando muchísimo y a todas horas, en casa también.

Llegó el embarazo de Ariel, el bebé que perdimos y hubo quien dijo que fue por portear, lo que es absolutamente incierto. En el embarazo de Emma, seguí porteando a Abril, cada vez menos porque me encontraba muy pesada (¡cogí 22 kilos!). En esta época usaba mucho un Hippychick, que es un asiento de cadera, así, si la cogía a ratitos, me pesaba menos que a brazo pelado.

Cuando nació Emma usamos un precioso fular elástico CuddlyWrap que me regalaron mis amigas en mi Blessingway, pero en seguida me dí cuenta de que necesitaba rapidez. MachoAlfa no se cogió el permiso de paternidad y me ví sola con un bebé de 4 días y otra que no tenía 2 años, así que me pasé a la bandolera enseguida. Mi madre me cosió una muy fresquita de gasa a partir de un fular Wrapsody Bali Breeze. 

Cuando tenía un mes empecé a ponérmela en la espalda para poder atender mejor a Abril, como Emma sostenía la cabeza asombrosamente lo más rápido para mi, que anudar no es mi fuerte, era la mochila EmeiBaby. Así Emma podía dormir en mi espalda (lo poco que dormía jeje) y Abril y yo podíamos jugar, cocinar,… Era esencial en esta época que la llevara a la espalda, pues Abril estaba en plena época de rabietas y en ocasiones necesitaba contención física, que yo no hubiera podido proporcionarle con un bebé en brazos.

Muchas veces las porteaba a las dos a la vez, he recibido muchos comentarios desagradables en 3 años de porteo, pero sin duda los más hirientes han sido cuando he llevado a las dos pequeñas a la vez. Lo más difícil como madre de dos ha sido siempre para mi desdoblarme cuando las dos me necesitaban a la vez, y las dos por edad y por carácter me necesitaban mucho… Con el porteo doble he podido atenderlas a la vez sin que ninguna se sintiera descuidada. Sin embargo, es cierto que el suelo pélvico se resiente mucho, os dejo este enlace a una infografía de la web Monitos y Risas sobre consejos para un buen porteo.

Cuando Emma tenía 10 meses y coincidiendo con un pinzamiento que tuve en la espalda, conseguí, con Abril de animadora y un paquete de galletas de soborno, que quisiera utilizar el carro. Vamos con el Bugaboo Bee y un patín KidSeat o un gemelar que nos regalaron los abuelos con mucha ilusión al verme porteando a las dos :D.

Siempre llevo una Boba Air por si alguna necesita unos mimos, pero desde entonces hemos ido porteando cada vez menos. Ahora es raro que las portee a las dos a la vez, pero a veces me lo piden y lo hago encantada, soy bastante debilucha y poder cogerlas sin portabebés me supone un esfuerzo titánico. El porteo ha supuesto para mi una nueva dimensión de la crianza, poder darles todo el contacto que necesitaban al tiempo que podía seguir con mi vida, nuestra vida, poder cuasidesdoblarme como mamá de dos.

Y para tí, ¿Qué ha supuesto el porteo? ¿Nos lo cuentas?

¡Espera un momentito!

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