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Emma está superando su trastorno de sueño. ¡Pensé que este momento no llegaría nunca! Eso significa que yo estoy durmiendo y no puedo ser más feliz. No podemos cantar victoria, porque como en todos los procesos de los peques, habrá retrocesos, pero está durmiendo 5 horas del tirón, y otras tres con despertares más o menos frecuentes. Os voy a contar como lo hemos conseguido.  En el blog no suelo tratar temas de crianza, pero he recibido muchos mensajes de apoyo y también de desahogo de madres agotadas y siento que tengo que compartir lo que pienso. Si buscas actividades para hacer con los peques, no sigas leyendo, pronto publicaré muchas cosas pendientes 🙂 Si crees que puede ayudar a algunos amigos que estén pasando por algo parecido, espero que le compartas este texto y les anime. Éstas son las 10 cosas que aprendí durante los 10 meses de trastorno de sueño de mi hija: 

  1. Lo primero que aprendí es que mi cuerpo es perfecto y maravilloso, me he quedado en 48 kilos, me han salido muchísimas canas y tengo unas ojeras que no consigo cubrir ni con mi corrector más lujoso; pero a pesar de la deprivación de sueño, apenas me he puesto enferma en estos meses, he nutrido a mis hijas con mi leche y no he perdido la cordura. Pensé que no lo iba a soportar y lo he conseguido.
  2. También aprendí que siempre habrá alguien dispuesto a juzgarte – esto ya lo intuía-, y por desgracia, el 80% de las veces será una mujer. Me he sentido muy cuestionada con este asunto por todos aquellos que me recomendaban dejarle llorar «dale un sartenazo hombre» (no me gustaría hacer un debate sobre estas técnicas, ya hay un debate cientifico en esta web), pero era fácil ignorarlos. No me han dolido, pero si me han cabreado.
  3. He aprendido a relativizar los comentarios de la gente que consideraba afín. Están las madres que se horrorizan pero que necesitan dos siestas y tres canguros para superar una mala noche (lo que para mí sería una estupenda). Están las madres que crítican pero que sus hijos duermen 12 horas del tirón con una super siesta o como mucho piden 2 ó 3 veces teta. Están las que consideran que no tengo derecho a quejarme porque mi marido me ayuda. Están las pediatras «de apego» que no recetan melatonina («menuda guarrería«) porque mi hija es normal y lo que te recomiendan que la dejes un fin de semana con los abuelos. Ninguna de esas personas ha tenido una hija que se despertaba 30 veces o más en 8 horas y otra bebé de 2 años, que también se despierta 5 ó 6 veces, a la que atender todo el día, desde las 8 hasta las 12 sin siesta. Así que no tienen ni idea de lo que hemos vivido. He aprendido que esa suerte tienen ellos, me alegro de que no se hayan sentido sobrepasadas por su crianza nocturna porque es algo que no le deseo a nadie.
  4. He aprendido que hay gente que de verdad me quiere muchísimo, y que ante mis lágrimas y mi desesperación no han dejado de apoyarme y animarme. Mujeres maravillosas que ante un wasap apocalíptico de madrugada no se horrorizan, sino que responden «haz lo que tengas que hacer para dormir». Mujeres que  me han apoyado y me han ayudado a superarlo. He aprendido que hay hay un montón de gente dispuesta a ayudarnos. Gracias amigas del alma. He aprendido que hay madres que están en un situación peor que la mía (Susana y Carmen os pienso cada día) y que son mucho más fuertes y maravillosas que lo que yo soy y nunca podré ser. Sois unas madrazas con todas las letras. Sé que os alegráis de que deje el club de las madres que no duermen. Espero que pronto os marchéis vosotras también.
  5. He aprendido que no es mi culpa. ¡Oh! la culpa, en cuanto ves el test de embarazo cae como una losa para condicionar el resto de tu vida. No tengo la culpa de que mi hija tenga un trastorno de sueño. Tampoco es culpa del karma, ni de que no cene cereales de bote, ni de que tuviera un embarazo estresado, ni de no haber tenido un puerperio feliz, ni de haber vuelto a trabajar. Es así y punto. Tampoco es culpa mía no haber disfrutado «lo suficiente» de todas las noches buenas de los 2 a los 4 meses. Si eres madre y estas leyendo esto entre lágrimas, no es tu culpa tampoco que tu hijo duerma mal. ¿He dicho ya que no es culpa de nadie?. DE NADIE. Grábatelo a fuego en el corazón si lo estás pensando.
  6. He aprendido a perdonarme. Como mi hija mayor dormía fatal y yo lo achaque a ciertas conductas, con la pequeña las evitamos a toda costa. No la dejaba dormirse al pecho y la acostaba en nuestra cuna de colecho aún despierta para que se durmiera allí. Lo hice todo «bien» (¿existe eso en la crianza?) y me ha dado igual porqué al final ha dormido peor que su hermana. Insomnio por hábitos incorrectos reza el diagnóstico, a mi me gusta llamarlo más bien hábitos incompatibles con la salud física y mental de los padres, porque no hay nada más correcto que quien más te quiere te acune en sus brazos hasta que te duermas, aunque lo demandes cada 5 o 10 minutos. Me he perdonado cada vez que no la dejé dormirse en mi pecho para que no asociará teta y sueño, cada vez que me perdí ese delicioso aroma de bebé que no volverá nunca. Me he perdonado todas las cosas que he tenido que hacer para que durmiera y ni por las remoto hubiera querido hacerlas. Me he perdonado pensar cosas terribles de mi hija y sentir rechazo hacia ella. Me lo he perdonado todo. Ellas me perdonan cada día mis imperfecciones con una sonrisa. Eso también lo he aprendido.
  7. He aprendido que tengo el mejor marido del mundo, que ha soportado 10 meses mi frustración sin (casi) quejas.  Como no quería pagarlo con las niñas ha sido toda para él. También he aprendido que podremos superar cualquier cosa, porque a pesar de este infierno no nos han hecho falta ni vacaciones solos, ni cenitas, ni findes en pareja. Sólo necesitábamos que una vez a la semana las niñas se durmieran antes de las 12 para volver a tener 17 años.  Gracias por ser y por estar.
  8. He aprendido que mis hijas son mi motor más potente. He perdido la cuenta de la cantidad de veces que me he quejado de la situación y me han dicho que lo que tenía que hacer era ponerle dos o tres películas diarias o llevarlas a la guardería o darles más actividad o darles menos actividad (o… inserte aquí su consejo). Muchas veces he sentido que había mucho amargor detrás de esos consejos, pero otras han salido del corazón. Gracias de verdad a los segundos. En mi casa no vemos la tele, no creemos en la escolarización temprana y mis hijas tienen las actividades que demandan y necesitan. Punto. Por supuesto si tuviera que hacer uso de estos recursos, lo haría, – que nadie se sienta juzgado, no es mi intención ni por lo más remoto-, es nuestra opción y por suerte podemos llevarla a cabo. Pero hoy no estaría tan orgullosa de mi misma si hubiera enchufado a mis hijas a la tele. Hemos hecho bizcochos, galletas, picnics, manualidades, hemos jugado muchísimo y me he formado en la pedagogía Montessori, gracias a lo cual el próximo curso seremos homeschoolers. Ni me creo más madre, ni mejor que nadie. Para mi no es ninguna competición, simplemente estoy feliz de haber podido mantener nuestra opción a pesar de la situación complicada que hemos vivido.
  9. He aprendido a ser más humilde. Yo, que tengo todo el día la frase «evidencia científica» en la boca he puesto en práctica cosas en las que a priori no creía. Yo, madre que cree en la crianza respetuosa he tenido que ver llorar a mi hija y negarle lo que sabía que necesitaba. Ponerle límites a nuestra crianza nocturna ha sido lo más duro que he tenido que hacer. Ahora soy mejor madre y mejor persona. Y eso se lo debo todo a mi hija pequeña, mi bebé arcoiris, que tantas alegrías y aprendizajes me ha traído. Gracias pequeña. Gracias también a mi hija mayor por toda la paciencia y madurez que ha demostrado en estos meses. Te he exigido cosas que no debería haberte pedido. Espero que sepas que por mucho que necesitara una siesta, he disfrutado mucho más de nuestro ratito especial en las escasas siestas de Emma. Espero haberte compensado cada día.
  10. He aprendido que las quiero con locura y que adoro cada segundo que pasan a mi lado, cada sonrisa y cada carcajada. He aprendido a agradecer las noches buenas y los días felices. He aprendido a pensar que los malos momentos pasaran y a vivir las crisis con humor. He aprendido que a pesar de mis imperfecciones, soy la mejor madre para mis hijas. Esa es la lección más valiosa que saco de estos 10 meses al borde del abismo.

 

Finalmente os cuento que, después de probar muchas terapias alternativas y muchas visitas a la Unidad del Sueño de un Neuropediatra estupendo, esto es lo que nos ha funcionado:
– Suplementar con hierro: Hay evidencia (no la he encontrado para enlazarla pero la he leído) que relaciona los problemas de sueño y niveles bajos de ferritina, como era el caso de Emma. Tras un par de meses de suplementación su sueño es mucho menos  ligero.
– Combinar la melatonina con terapia conductual: En nuestro caso era necesario que aprendiera a dormirse por sus propios medios (no sola, siempre ha estado acompañada, ese era un límite nuestro que no hemos cruzado) y la melatonina ayuda a fijar estas pautas.
– Semi destete nocturno: No logramos el destete nocturno completo -fracaso absoluto de hecho sería un eufemismo-  pero si cuela biberón en alguna toma, su padre se lo da. Con eso gano algo de sueño, pero no la dejamos que llore desconsolada. La virtud está en el término medio.
– No dejarla que duerma encima de mi estómago. En cuanto considero que ha tomado suficiente teta la vuelvo a dejar en la cuna, si llora, la vuelvo a dar pecho, así hasta que se queda tranquila y se duerme. A veces son un par de minutos, otras por desgracia no.
– Dormir en otra habitación: Con todo el dolor de mi corazón me he descolechado. Siento verdadera angustia por no dormir con mi familia. Las niñas duermen con su padre en nuestra habitación y yo me paso la noche de su futura habitación a la nuestra si Emma pide teta. Y aún con los paseos nocturnos, duermo mucho mejor. Sólo espero volver algún día no muy lejano a dormir todos juntos. Era mi última opción pero he tenido que ponerla en practica como último recurso.
Y esto es todo lo que tengo que decir sobre este tema. Gracias a todos los que nos habéis ayudado y apoyado estos meses. GRACIAS DE VERDAD. Prometo que el próximo post será más diver y menos ñoño 🙂

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