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El 1 de Agosto es el Día Mundial de la Lactancia, este post es la respuesta de la llamada de Maternidad Continuum para organizar un Carnaval de Blogs con la celebración de la Semana Mundial de la Lactancia Materna (1-7 de agosto).  El lema es “Lactancia Materna: un triunfo para toda la vida”, así siento yo mis lactancias, como un triunfo personal y familiar.
Mis inicios no han sido fáciles, ha habido mucho dolor, frustración, decepción y lágrimas. Pero también ha habido apoyo incondicional, gente que nos ha ayudado sin conocernos, información y amor, mucho amor. Y de eso quiero que trate este post, de las dos caras de la moneda 🙂

Estos son los 12 momentos que he vivido como un triunfo para toda la vida:
1) En el embarazo
Antes de que naciera Abril yo estaba total  y absolutamente convencida de que iba a lactar a mi bebé. Empecé a ir antes de que naciera al grupo de lactancia que organizaba una de las mejores asesoras de lactancia de este país, Eloísa López. Si estás embarazada y estás convencida de querer amamantar a tus hijos, es el mejor punto de partida. Gracias en parte a su dedicación, Abril sigue tomando teta a sus 3 años.

2) La primera toma

Nació Abril y yo lo hice «todo bien», fue un parto duro pero muy disfrutado y mi hija vino al mundo del útero a mis brazos sin medicación, ni intervención y bajo la mirada de su padre y mi doula (a la que recomiendo con los ojos cerrados). Como estaba muy informada, no la puse al pecho, la deje reptar hasta que se prendió ella sola. Y ese momento no tuvo nada de idílico, fue muy especial, pero también muy doloroso. Hoy sé que sin ese enganche espontáneo, todo hubiera sido peor. Otro triunfo.

3) El duro puerperio
Pregunté a mi matrona y me dijo que todo estaba bien, que al principio duele un poco. Pasaron los días, cada día dolía más y más, pero yo no quería contárselo a nadie, no quería enfrentamientos, sólo tenía una pose de «Todo es estupendo, todo es maravilloso». Fueron semanas horribles, creo que sólo mi pareja fue consciente de lo mal que lo pasé. Además Abril tenía una intolerancia a las proteínas de la leche de vaca, enfermedad por reflujo gastroesofágico, las tomas eran eternas y hoy se que era un bebé de alta demanda. No fueron días fáciles, creo que sólo el amor de mi pareja, el apoyo de mi doula y el fuerte vínculo que tenia con mi hija me libraron de una depresión posparto.
4) El punto de inflexión.
El punto de inflexión fue una mastitis subclínica, la primera de muchas, demasiadas. Una vez más el apoyo de otras madres fue decisivo y el diagnóstico de mastitis en mis pechos vino acompañado del diagnóstico de nuestros problemas de lactancia. Abril tenía un frenillo tipo 2 y una ligera retrognatia que hacía que la transferencia de leche fuera muy deficiente. Conocí la labor de Juan Miguel (Ahora Probisearch), tomé sus probióticos (que me facilitaron gratuitamente) y conseguimos gracias a la Doctora Concha de Alba que operaran a Abril de su anquiloglosía. Recuerdo esa primera toma sin dolor y se me eriza el vello. Al fin pude disfrutar de una lactancia materna placentera. Tanta gente me ayudo, ojalá algún día sepan cuanto se lo agradezco.

 

5) Otra dura prueba
Cuando Abril tenía un año me quedé embarazada de otro bebé, Ariel, que ya no está con nosotros. Escuchar vaticinaciones sobre que iba a abortar porque mi hija mayor continuaba lactando fue muy doloroso. Y aún más terrible fue cuando finalmente perdí al bebé escuchar que había sido por mi culpa. Aquí  y aquí tenéis evidencia sobre que no es cierto.
6) La prueba definitiva.
Al poco tiempo me quedé embarazada de Emma, yo ya sabía por el embarazo de Ariel lo doloroso que me resultaba que Abril mamara. Además tenía agitación del amamantamiento. Cada día me planteaba destetarla, cada noche era un infierno. Intenté el destete nocturno en tres ocasiones y finalmente lo conseguí embarazada de 6 meses. Desoí los argumentos que aseguraban que el destete nocturno lleva al destete total, seguí mi instinto, escuche a mi cuerpo y gracias a ello, hoy mi hija sigue lactando, porque yo no podía llevar ese ritmo.

 

7) El dia de la marmota.
Nació Emma en un parto espectacular y cuando se prendió a mi pecho solté un grito. ¿Otra vez?. ¿Por qué a mi de nuevo?- En cuanto abrió la boca lo ví claro, tenía un frenillo submucoso tipo 3-4, de esos que sólo se operan con cirugía y por la que yo no estaba dispuesta a hacerle pasar. Yo  ya era asesora en formación y sabía como gestionar esto, lo iba a conseguir. Mi amiga Eva, la mejor pediatra neonatóloga que existe y una gran amiga, le hizo la revisión la mañana siguiente y era de la misma opinión. Las grietas, el dolor, las tomas eternas y verme sola sin ayuda con dos bebés empañó mi puerperio. Pero conseguí no rendirme 🙂

 

8) El tándem.
Lactar a la vez a las dos niñas ha sido de las cosas a la vez más duras y más satisfactorias que me ha dado la maternidad. Me ha superado en muchas ocasiones, pero cada vez que mamaban juntas y Abril acariciaba a su hermana lo compensaban. Puse límites sobre mi cuerpo, fui firme y flexible a un tiempo y gracias a eso seguimos haciendo tándem. Las criticas sobre que Abril se llevaba la leche de Emma fueron agotadoras, pero más bien era al contrario, como Emma apenas podía mamar, era Abril quien estimulaba el pecho y a Emma prácticamente le caía en la boca. Sin la ayuda de Abril hubiera sido muy difícil no recurrir a la lactancia mixta (una elección igual de respetable que el resto pero que no era la mía).

9) La decisión.
Emma, al igual que su hermana, también tenía ERGE y además bajo peso, por lo que nos pasamos la vida en el pediatra. Cada mirada triste «¿y sólo toma pecho?» hubieran nublado la confianza de cualquier primeriza, pero la mía no. Sabíamos que íbamos en la dirección correcta. Al mes había pasado el margen que me había dado a mi misma para que el infierno se congelara por si solo. Decidí que realizaran un corte paliativo en su boquita para evitar la cirugía. Mejoramos algo, pero seguíamos con los problemas, el dolor persistía, pero con su nueva lengua al menos podía mamar.
10) La cirugía.
Operar a tu hijo porque a ti no te duelan las tetas es de los actos más egoístas que una madre puede hacer. Ese era mi pensamiento, me taladraba el corazón, las hormonas del puerperio me traicionaban. La cirugía apenas tenía riesgos, pero sólo la idea de que metieran en un quirófano a mi bebé me provocaba un nudo en el estómago. Y al mismo tiempo sabía que era lo que tenía que hacer, que no lo iba a soportar mucho más tiempo. Lo sentía necesario. Tenía a mi tribu conmigo. Recuerdo esa primera toma sin dolor igual que recuerdo la primera de Abril. La lactancia si es placentera es tan maravillosa. Un nuevo triunfo.

11) Las noches.
Como ya sabréis Emma ha tenido un trastorno de sueño, en las noches más duras he maldecido haberme esforzado tanto por su lactancia, por haber propiciado esa dependencia. Desde la distancia, con el problema superado, me alegro infinito de haber mantenido la lactancia y haber podido encontrar un equilibrio entre lo que ambas necesitamos, si es tu caso aquí tienes 10 recursos.
12)  El futuro.
Salvo la mastitis que me visita cada cierto tiempo, soy muy feliz lactando a mis hijas. He aprendido a poner limites sobre mi cuerpo sin sentirme mal por ello. Hacerlas entender que puedo decir ahora no o ahora sólo un chupito y acompañarlas en su frustración cuando las necesidades de ambas no coinciden es también un aprendizaje muy valioso. Hay paz, alegría y mucho amor en nuestro futuro lactante 🙂

¡Espera un momentito!

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