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Este verano he compartido varias veces en Instagram este texto, el de la Convención de los Derechos del niño, documento al que nos adherimos, es decir, es vinculante desde hace treinta años. Treinta. Hoy, Día Universal del niño, de la infancia, os quiero mostrar una campaña maravillosa que he conocido gracias a Instagram «Ponte en sus zapatos». Para mí, lo más bonito de trabajar facilitando tallleres de Disciplina Posiitva es precisamente esto, que gracias a dinámicas vivenciales, nos ponernos en sus zapatos, en sus corazones, en sus cerebros y en sus manos, saber que están sintiendo, pensando y decidiendo los niños cuando les tratamos de una forma u otra. Viviendo eso, es fácil saber lo que no quieres para tus hijos.  Disciplina Positiva es tratar a las personas como te gustaría que te trataran a ti, los niños son personas. Es tan lógico que asusta. Hace poco, en un taller pedí simular que estábamos en un restaurante y entonces ignorábamos deliberadamente a una de las personas. Después procesamos: humillante, vacio, insignificante, así se sienten las personas cuando los tratan de menos… Es revelador. No hizo falta hablar más, ya no había resistencias después de verlo así. No podemos cuidar infancia sin conectar con ella, no podemos hacerlo todo por los niños pero sin los niños. 

Pero es que hay más.

Este fin de semana una compañera nos contaba (Asistí a una nueva formación en Certificación en Disciplina Positiva para la Primera Infancial) que cuando le preguntaban por donde empezar con la DP, les decía «Dejad de delinquir». Y es que es así, tratamos a los niños como si fueran ciudadanos de segunda, pero la ley es para todos, cuando no tratamos a los niños con dignidad y respeto su personalidad se construirá de una determinada manera, pero es que además, en ocasiones estaremos incurriendo en delitos.. Dejemos de cometer ya delitos con los niños. Ya basta. Basta ya.

Os presento el trabajo de Beatriz con la esperanza de que nos ayudéis a difundirlo. Es importante, necesario, justo y prioritario.

¿Cómo se te ocurrió?

Hace ya mucho tiempo que casi todo lo que hago va encaminado intentar explicar que hay una manera más amable de ver a los seres humanos en general. Que cuando dejamos de juzgar y entendemos los motivos que hay debajo de los comportamientos podemos ver a personas bonitas que están haciendo todo lo posible por sobrevivir  y encontrar el mayor equilibrio posible en sus vidas. Mi trabajo en terapia consiste en gran medida en que la gente, tanto mayores como pequeños puedan verse desde otro sitio más comprensivo y amable y desde ahí den los pasos que estén preparados para dar. Pero para poder comprender donde estamos y cómo hemos llegado hasta ahí hace falta entender el camino que hemos tenido que recorrer y las dificultades que hemos tenido, especialmente en la infancia, que nos guste o no, es donde aprendemos a “funcionar” en el mundo.

Llegó un momento en que trabajarlo solo en terapia se me quedó corto y empecé a pensar en maneras de que el mensaje llegara a más gente y escribí un cuento, empecé a dar charlas y cursos y un día, hace un par de años, dándole la mano a mi hijo a la hora de dormir (un día de estos que no se duerme y estás una hora dando la mano y queriendo gritar) se me ocurrió, y lo apunté en un drive que he ido modificando un montón de veces a lo largo de estos dos años hasta que me lancé, pedí ayuda y  empezamos a movernos hace aproximadamente un mes.

 

¿Por qué es necesario?

Porque existe muchísima violencia hacia los niños que se ejerce en nombre de la buena educación. Y estamos ciegos ante ella. Porque llegamos a adultos con un montón de dificultades, de síntomas, de inseguridades, que si nos hubieran tratado de otra manera no estarían, o al menos tendríamos más herramientas para poder gestionarlas. Porque luchamos por la paz pero si criamos con violencia no lo vamos a conseguir nunca. Y porque creo que todos los seres humanos nos merecemos respeto y buenos tratos.

¿Por qué no nos damos cuenta de que es una barbaridad?

Yo creo que vamos con tanto daño encima que nos hemos distanciado de la infancia y hablamos de ella como un constructo que nada tiene que ver con nosotros, por pura protección. Nos cuesta mucho reconocer y sostener el dolor que supone darnos cuenta de lo injustas que han sido algunas situaciones de nuestra infancia, también porque si nadie nos ha dado voz, de dónde vamos a sacarla… pero la vida es un continuo y hoy sabemos el impacto que tiene la infancia en nuestra vida adulta, nuestra salud mental, nuestra salud física, el desarrollo de nuestro cerebro…eso gracias a la ciencia ya no se puede discutir. Yo entiendo perfectamente la resistencia a verlo y a sentirlo, y entiendo que de ahí es de donde surgen los ataques más feroces, pero por mucho que ataquemos eso no va a cambiar las consecuencias de nuestras actuaciones sobre los niños.

eatriz Cazurro es psicoterapeuta y se dedica a acompañar el proceso de personas de todas las edades, ahora mismo más a adultos por temas de conciliación,  y a dar cursos allá donde le llamen sobre teoría del apego y neurociencia aplicada a la relación con los hijos y los alumnos,  sobre todo. Además tiene un cuento que se llama Quiero ser siempre princesa con un objetivo similar a esta campaña y una charla online que se llama Aprendiendo a Mirar para favorecer una mirada diferente y científica a la infancia. La podéis encontrar en su web.

Gracias Beatriz por tu trabajo y gracias a ti, que nos estás leyendo y nos vas a ayudar a difundirlo #ensuszapatos.

 

 

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